El sonido de las letras

25.9.06

Herencia

Desde niño he tenido un caracter bastante extraño. Cuando era pequeño mi mamá me regañaba todos los días por ser tan respondón y con mi hermano había discusiones frecuentes. Conforme fui creciendo, tuve algunas malas compañías y me volví un rufiancillo. No en el sentido de delinquir o acercarme a los vicios, sino más interiormente. Luego crecí un poco más y conocí a una persona que me hizo cambiar notablemente: me había llegado el enamoramiento. Y poco tiempo después conocí a la persona que sin duda, transformó mi humor y mi alma lentamente con los años que viví a su lado y de forma tan lenta que no vi cuando pasó.
Hoy, la mayoría de la gente que me conoce, me concibe como una persona muy alegre, siempre bromista y con el ánimo intacto. Salvo contadas excepciones me conocen en la tristeza o en la melancolía. Y sólo a los que me han dañado les he hechos ver su suerte.
Bueno, algo similar pasa en mi familia, especificamente con mi padre. Casi siempre con algún reclamo, corrección o presión psicológica maquinándose dentro de su cabeza. No por maldad, sino por incapacidad de mirar el lado bueno de las cosas. Ese hombre fuerte que sólo se ablanda en apariencia. Así fue educado y supongo que así será siempre. Ese hombre que me ha enseñado y desenseñado tantas cosas. El mismo que ayer me robó la sonrisa más grata de todas.
Estábamos viendo la televisión. Cualquier película con una escena que incluye un juego de baseball. El niño protagonista batea fuertemente la bola y aparece una toma de la Luna llena. Mi padre, acostado sobre unas cobijas puestas en el suelo, se voltea y le dice a mi hermanito: "tal vez por eso la Luna está tan grande. Es por las bolas de baseball que se van quedando en ella". Lo dijo en un tono tan infantil e inocente, que sólo pude sonreir sin voltearlo a ver. Pero él sí me miró, por algunos instantes como si quisiera explicarme algo. Hubo un pequeñísimo momento de silencio.
Vi un lado de mi padre que nunca había visto. Comprendí que muy probablemente, él haya heredado eso de mí.

22.9.06

Un día en el D.F.

No sé en que momento mi vida se volvió tan apresurada. Hace algunas semanas me di cuenta que vivo a las carreras y se me ocurrió hacer la bitácora de lo que me pasaba en un día. Vivo haciendo lo que quiero, con prisa pero disfrutándolo. Eso es un buen pretexto para agradecerle una vez más a la vida por tratarme tan bien.
.
Un jueves 21 de Septiembre:
.
9:00 AM. Me despierto y me doy cuenta que ya voy retrasado media hora para alcanzar a hacer todo lo que pretendo en este día. Me arreglo, verifico algunos papeles, reviso mi correo y salgo de mi casa.

10:00 AM. Me dirijo a la Colonia del Valle, a las oficinas de Connie Troncoso. Tengo casting. Comienzo a escribir esta bitácora del día. Tomaré el metro hasta Chabacano, haré un transborde, bajaré en Chilpancingo, abordaré el metrobús hasta la estación Poliforum y luego una breve caminata.

11:15 AM. Estoy esperando a pasar. Todavía tengo el tiempo encima y es probable que la ruta de navegación se someta a algunos cambios de última hora. Creo que tomaré un taxi a New Kastin para ganar tiempo.

11:53 AM. Estoy llegando a New Kastin, cerca del metro Eugenia. Aquí las cosas suelen ser tardadas así que lo tomo con calma. He tenido alguna pequeña discusión con Moisés Iván Mora sobre si debo o no ir a Mystic Sound. Él dice que pagan muy poco. Yo digo que son los que me han dado más oportunidad de hacer doblaje, sin contar que les debo todos los personajes fijos que tengo. Sin embargo, tomaré en cuenta sus consejos (tal vez él me de trabajo en Prime Dubb).

12:20 PM. Salgo de New Kastin y voy finalmente a Mystic Sound. Tendré tiempo de sobra pero creo que será el itinerario más eficiente. Tomaré el metro hasta Miguel Ángel de Quevedo, un microbús a Taxqueña y una caminata de 15 minutos.

1:30 PM. Llegué 15 minutos antes a mi llamado. Estoy esperando mi turno. Por lo mientras estoy recordando muy sonriente “el amor del día”. Una muchacha y yo comenzamos a hablarnos en el microbús y fue una experiencia bastante linda. Creo que es muy probable que la vuelva a ver.

1:56 PM. Ya he terminado y entré a un café-internet para realizar un trámite escolar. En unos momentos caminaré a Miramontes y tomaré un microbús.

2:25 PM. He hecho una pequeña pausa. Estoy cerca del metro General Anaya y me metí a una fonda para comer.

2:50 PM. Camino hacia Auditel. Tengo llamado con Salvador Delgado (mi director favorito).

3:57 PM. Salgo de Auditel. Iban un poco retrasados y se apresura un poco más la ruta. Voy hacia Voice Quest. Tomaré el metro hasta Hidalgo, un microbús al Ángel de la Independencia y una caminata de 10 minutos.

4:50 PM. Llegué antes de las cinco a mi casting (la hora límite). El único problema es que están grabando el audio para un video interno, así que tendré que esperar unos minutos antes de grabar mi prueba.

5:25 PM. Caminé de Voice Quest a Manhattan Beat, que se encuentra muy cerca de la Diana Cazadora. Casi no hay cola, si acaso dos locutores más. La cuestión es que son alrededor de diez personajes con doble toma cada uno, por lo que cada turno es eterno.

6:30 PM. He salido de Manhattan Beat. Me agradó bastante lo que grabé y en el tiempo de espera me avisaron que fui seleccionado por una prueba de voz que hice algunas semanas, para hacer un personaje de Plaza Sésamo. Me dirijo a CU. Tomaré un microbús hasta Insurgentes, luego subiré al metrobús hasta Doctor Gálvez y caminaré por unos diez minutos. Voy a una obra de teatro a la Facultad de Filosofía.

7:30 PM. ¡Área de Teatros! Para sorpresa mía el itinerario fue todo un éxito. Tan puntual como un inglés.

8:30 PM. La obra ha terminado. No fue tan buena como yo esperaba, aunque la verdad mi atención está en otra cosa.

9:29 PM. Estoy en un Vips tomando un café, de forma extrañamente tranquila. Mariana empezará a contarme un cuento, dice que quiere que lo corrija.

11:05 PM. Acabamos de salir del Vips. No he de negar que me siento bastante feliz. Muchas de las cosas que estaban sin resolver, ahora marchan mejor. Nos hemos despedido abajo del cruce de Insurgentes y Periférico. Cada quien se dirije a su casa.

12:00 AM. En punto de las 12 abro la puerta de mi casa. Se acaba el día y con el día esta bitácora. Se quedan pendientes para mañana ir a la Facultad para recoger mis papeles del servicio social, ir a CU por mi contraseña de Internet inalámbrico y también mandar a imprimir mis recibos de honorarios; un llamado en Auditel y lo que se agregue mañana.

12.9.06

22 y jugando...

Pues bien, ya tengo 22. Siempre creí que a mis 22 años viviría solo, estaría titulado y sería un solterón codiciado, jajaja. Bueno, en las circunstancias actuales, me haré a la idea de que sí soy un solterón codiciado...

En realidad no voy tan mal: todo esos planes que tenía a los siete u ocho años, sólo llevan uno o dos años de retraso. Un pequeño error de navegación, a cambio de los cuatro o cinco años más intensos hasta el momento.

22 años de sentirme una persona normal, pero con algunas peculiaridades notorias respecto al pensamiento de la gente. Peculiaridades que me han ayudado muchas veces, aunque me compliquen la vida otras tantas. Una de ellas, la de permanecer como "un niñote" como algunas personas me dicen. Y no por la inocencia, sino por la disposición a estar jugando alegre con lo que tengo a la mano (sólo que en la mayoría de los casos los juguetes han cambiado un poco) jajaja.

Y como nunca tuve la misma experiencia de una quinceañera con su último juguete, he de contar una historia, la de mis juguetes.

No fui demasiado versátil, solamente me gustaban los muñecos y las pistolas. Recuerdo todavía una caja de cartón grandísima llena con mi colección de armas. Cada una calibrada con exactitud, con las mañas medidas y en disposición para ser disparada contra mi hermano.

Después de algunos años, nació André. Para ese entonces sólo guardaba lo esencial. Aquello con lo que me volvería viejo y presumiría a mis hijos y nietos. Pero hubo un día terrible (recuerdo que había una gran tormenta eléctrica) en el que decidí regalar mis juguetes a mi hermano menor. Después de todo,¿Para qué existen los juguetes, sino para disfrutarlos? Muñecos Thundercats, de He-Man, Caballeros del Zodiaco y demás fueron cedidos. Y hoy siguen por ahí sin brazos, rotos o perdidos.

Sin embargo, de lo único que no pude desprenderme fue de mis amados G.I Joe. Aquellos soldaditos de tres pulgadas que desde muy pequeño me causaron fascinación. Cuenta la leyenda que cuando tenía unos cuatro años, mis papás nos compraron nuestra primer figura en un tianguis. El mío era un muñequito azul, y el de moncho era un soldadito verde. No pasó mucho tiempo para que el mío se quedara paralítico y el de moncho manco. Pero mi santa madre fue la mejor enfermera de todas. Le pegó las piernas con acrílico al mío (nunca volvió a caminar con soltura, pero era mejor que nada) y al otro le hizo un cabestrillo con gasa y microporo.

Cuando tenía unos nueve años, mi colección era de unos 40 G.I Joe, todos con caras y trajes distintos. La colección de moncho se había cambiado a mi bando después de batallas injustas de tres contra uno. Supongo que mi hermano me regaló sus muñecos por más por estrategia bélica que por convencimiento. Ahora el manco era mío.

Hubo un día de reyes en que me trajeron un vehículo con algunas piezas faltantes. Así que fuimos a la fábrica para hacer válida la garantía, y llevé al manco esperando que se le pudiera hacer un implante con un médico especialista. Se lo enseñé al señor, lo revisó, se lo llevó detrás del mostrador y trajo malas noticias: no había donantes compatibles para aquel soldado herido. Pero también me trajo un mono nuevecito a cambio del manquito. Lo hizo con un gesto de tanta amabilidad que no me sentí culpable de aceptar el intercambio.
.
Pasaron los años y la colección siguió creciendo. En tianguis y convenciones compraba muñecos y la familia llegó a tener 80 miembros.
.
Hace unos días, asistí a una convención y mi hermano me dijo que en algún pasillo estaba un montón de G.I Joe. En efecto, fui a buscar y ¡zas! un muñeco de 1982, el primer año en que fueron producidas las figuras de 3" 3/4!!! El precio, 70 pesos. ¡zas! otra figura de 1982!, 40 pesos, y al tercer vistazo, EL MANCO!!! pero no era manco, estaba casi nuevo, completamente sano y con todo y accesorios. Me sudaron un poco las manos, no era posible que después de tantos años, la vida me devolviera al mismo monito y sobre todo que mi bolsillo lo alcanzara, sabiendo de antemano que esos muñecos en esas condiciones valen miles de pesos.
.
Ese día, me traje 4 figuras de los primeras 16 producidas en 1982. Tengo al manco de nuevo y he contado varias veces esta historia porque en realidad me emociona mucho. Mi adorada Mariana me dijo que escribiera acerca de esto como un cuento, porque la versión que le tocó a ella creo que fue más bivalente. Lo cierto es que se trata basicamente del gusto que puedo sentir por una pequeñez como esa. Lo importante es que he cumplido 22 años y sigo jugando...