El sonido de las letras

25.9.06

Herencia

Desde niño he tenido un caracter bastante extraño. Cuando era pequeño mi mamá me regañaba todos los días por ser tan respondón y con mi hermano había discusiones frecuentes. Conforme fui creciendo, tuve algunas malas compañías y me volví un rufiancillo. No en el sentido de delinquir o acercarme a los vicios, sino más interiormente. Luego crecí un poco más y conocí a una persona que me hizo cambiar notablemente: me había llegado el enamoramiento. Y poco tiempo después conocí a la persona que sin duda, transformó mi humor y mi alma lentamente con los años que viví a su lado y de forma tan lenta que no vi cuando pasó.
Hoy, la mayoría de la gente que me conoce, me concibe como una persona muy alegre, siempre bromista y con el ánimo intacto. Salvo contadas excepciones me conocen en la tristeza o en la melancolía. Y sólo a los que me han dañado les he hechos ver su suerte.
Bueno, algo similar pasa en mi familia, especificamente con mi padre. Casi siempre con algún reclamo, corrección o presión psicológica maquinándose dentro de su cabeza. No por maldad, sino por incapacidad de mirar el lado bueno de las cosas. Ese hombre fuerte que sólo se ablanda en apariencia. Así fue educado y supongo que así será siempre. Ese hombre que me ha enseñado y desenseñado tantas cosas. El mismo que ayer me robó la sonrisa más grata de todas.
Estábamos viendo la televisión. Cualquier película con una escena que incluye un juego de baseball. El niño protagonista batea fuertemente la bola y aparece una toma de la Luna llena. Mi padre, acostado sobre unas cobijas puestas en el suelo, se voltea y le dice a mi hermanito: "tal vez por eso la Luna está tan grande. Es por las bolas de baseball que se van quedando en ella". Lo dijo en un tono tan infantil e inocente, que sólo pude sonreir sin voltearlo a ver. Pero él sí me miró, por algunos instantes como si quisiera explicarme algo. Hubo un pequeñísimo momento de silencio.
Vi un lado de mi padre que nunca había visto. Comprendí que muy probablemente, él haya heredado eso de mí.

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