El sonido de las letras

17.11.05

De vuelos, libélulas y sapos azules

Si puedo jactarme de algo, es de mis métodos para evitar la idealización de las cosas. Al margen de todos los sueños que tengo y mantengo desde siempre, la verdad es que concibo mi felicidad como algo más allá que un cuento de hadas.

Me he atrevido a volar, una y otra vez a pesar de los tropiezos. Y no siempre lo he intentado con las alas puestas. Esta vez, probaré mi suerte confiando en lo que mis sentimientos digan. Sí, sé que muy probablemente me estrelle pero vale la pena arriesgarme por lo que sé que me puede hacer feliz. Eso que me llena el alma de paz, de una emoción serena y una pasión incomparable. Eso que me hace crecer y que por su naturaleza distinta y pura, me obliga a vivir maravillado; lo mismo que me llena de libélulas multicolores las entrañas y ayuda a encender más mi brillo interno.

Cierto que he sufrido por no tenerlo. También es verdad que no es perfecto. Pero es lo suficiente para hacerme sentir pleno.

No soy un príncipe azul. Tampoco un sapo al que tengan que besar para descubrir el verdadero y único amor. Soy un chico que intenta ser fiel a sus sentimientos frecuentemente extraños, coherentes, disparatados, conscientes y contradictorios. Por eso soy un príncipe naranja.

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